John Curran logra sintetizar lo que venía insinuando en sus películas anteriores: sutileza dentro de ambientes exuberantes. "La revelación" ("Stone") se vende como de acción, pero es mucho más que eso.
La revelación (Stone) es una película de esas que pueden llamarse "chiquitas". Más allá de que los actores y actrices que la protagonizan sean de gran cartel, no hay nada en el film que sea para el entretenimiento del gran público. Si bien la historia parece que se viene con tiros, explosiones y asesinatos, por tratarse de un delincuente encarcelado y su oficial de libertad condicional, no es el camino que toma el relato.
La revelación (Stone) no es una película de acción aunque tiene todo para que así sea. Está más cerca de lo que se suele llamar un thriller psicológico, aunque se podría decir que tampoco es un thriller. Es por eso que muchas de las críticas la han tildado de aburrida, o de pesada, aunque la película no es nada de eso. Sólo requiere que no se la vea participando en esos géneros, a los que renuncia permanentemente. Tal vez esté más cerca de un drama existencial. La rareza es cómo puede desarrollarse algo así con tantos elementos que inducen a lo explosivo.
Robert De Niro es Jack Mabry, quien está a punto de jubilarse de un empleo que consiste en otorgarle o no la libertad a los presidiarios que están cerca del cumplimiento de condena. Él revisará el caso de Gerald "Stone" Creeson, Edward Norton, condenado por participar en el asesinato de sus dos abuelos. A Mabry se lo muestra excesivamente preocupado por la religión que profesa. Escucha obsesivamente en su auto un reverendo que habla de la fe, de la culpa y de la salvación. Marby es como mínimo culpable de lo que nos muestra el director, haber sido un marido y padre ausente, absorto en la televisión y la cotidianeidad y haber coercionado psicológicamente a su mujer para que no se divorciara de él.
La vida densa de la cárcel, hace presumir que en Mabry hay muchos más secretos, aunque eso es lo interesante: tal vez sí, tal vez no, y lo más importante, aunque no los haya, está la tentación, que para la vida escrupulosa de Mabry eso es como si efectivamente hubiese cometido esos pecados. Su esposa, la actriz Francis Conroy (la madre de la familia de los Six feet under) ha renunciado a encontrar en su marido una pareja y lo ha hecho en la compañía de la bebida.
Stone, no soporta más la cárcel y pide por su libertad. Se ha portado bien, y tal vez lo merece, pero Mabry no ve arrepentimiento o por lo menos no en la medida del exigido por sus creencias religiosas. En otro giro que aleja la película del thriller e inclusive del suspenso, Stone, que se da cuenta de esto, en vez de "adecuarse" a los preceptos de fe, encuentra en la biblioteca un libro de una de esas creencias entre new age y mesiánicas, y empieza a vivenciar sus enseñanzas. En las entrevistas que frecuentemente tiene con Mabry, Stone comienza a mostrarse como poseedor de una verdad y una tranquilidad de la que el otro carece. Por más fervor que ponga en la escucha de su reverendo, Mabry no tiene la paz que ha encontrado Stone. Tiene la certeza de que algo se está perdiendo, de que algo se le escabulle aunque no sabe qué.
Milla Jovovich es Lucetta, la esposa de Stone. De los mejores trabajos de Jovovich que de vez en cuando sorprende cuando se baja de su papel de chica pega piñas. Aquí hará de una maestra jardinera un poco loca, con conocidas dotes para manipular personas, y que intentará por todos los medios hacer que Mabry dé su consentimiento para la liberación de su marido.
La síntesis de Curran
El director de La revelación (Stone) es John Curran, que con muy pocos largometrajes estrenados ha logrado una madurez admirable. Siempre castings impecables aunque no sorprendentes, eligiendo actores reconocidos y de buena técnica como Edward Norton (que repite de la anterior The painted veil) o Naomi Watts (The painted Veil y We don't live here any more), pero buscando de ellos un verdadero desarrollo del personaje. Norton lleva adelante un Stone con una voz parecida a una afonía crónica, de esos ejercicios que Hollywood adora, pero con unos giros y unas progresiones que le dan esa vida tan real más que verosímil, que impacta. De Niro desespera con su apatía, y eso no es menor, porque lo más común es que el aburrimiento en la pantalla aburra. Acá al contrario, su aburrimiento y su desintegración ética, inquietan. Jovovich es igual de dulce que temible, igual de loca que de altruista.
Seguramente hay un punto fuerte en Curran, el trabajo, desde el guión y la dirección, sobre los personajes. En La revelación (Stone) hace igualmente algo nuevo, y algo que no suele verse en el cine hollywoodense. Llega a una síntesis poética, que carece de relevo de diálogo. La metáfora reemplaza extensos parlamentos sobre la pareja. Una mosca chocando contra un mosquitero, es ella encerrada. La iteración marcada en una tienda, en la entrega de las dos botellas de whisky a Mabry sin que este diga siquiera "lo de siempre", es totalmente inusual.
En La revelación (Stone) no hay como en su película anterior, El velo pintado (The painted Veil), esos ambientes naturales de los campos de China, frondosos y ricos en colores, en donde la buena fotografía es casi una necesidad narrativa. Existe igualmente algo que es cierta exuberancia simbólica y proviene de la hostilidad del encierro. Aquí Curran se recluye en una cárcel, pero no se desentiende de la fotografía ni de calculados encuadres y movimientos de cámara para contrarrestar muchas veces el aislamiento. No refuerza mediante la imagen las sensaciones opresivas de los personajes, es al contrario. Intenta minimizarla narrando todo suavemente como si fuera una caricia en las misma heridas que inflige con la historia.
El balance no es solo una buena película, es una de esas joyas, que uno descubre en el medio del fango del mainstream, en donde solo se encuentran las otras: las necesarias taquilleras de distracción y entretenimiento.
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