jueves, 8 de enero de 2009

Poeta y puteador



Zambayonny, un gusto

Cuando lo empecé a escuchar, enseguida me arrancó una risa estruendosa. Es que la primera canción de Tu palabra contra la mía, el disco que se consigue en Internet, es La incogible, que dice por ejemplo: “Hoy me desperté con ganas de escribirle una canción/ a la incogible/ ...no era muy hermosa/ ni gran cosa/ pero sin razón/ era incogible/... probamos por las buenas/ con mostrarle la poronga/ y hasta con amor/ probamos sin orgullo/ sin chamuyo/ y escondiéndole en los yuyos el consolador/ probamos irrumpiéndole de a muchos en la casa por la noche/ probamos con alcohol/ ...pero era incogible”.
La risa suele ser un síntoma de complicidad, pero esa relación se fue borrando a lo largo del mismo tema. ¿Qué pasó? No sé, tal vez la brutalidad de lo políticamente incorrecto y el lenguaje explícito, se tornara repetitivo y un poco aburrido. Tal vez, lo mismo que pasa con otro personaje con el cual en un punto está perfectamente emparentado, el Mono Mario, termina dando la sensación de que no hay un afuera de la palabra usada como mala. Aclaremos antes, no se trata de puritanismo: lo soez no molesta por sí mismo, cansa cuando la palabra trata de valer solamente por su carácter transgresor. Igualmente, las aventuras a las que supuestamente se la somete a esta mujer que termina siendo por su negativa de asumirse sexuada –y coger de una vez por todas–, legendariamente aburrida e imposible, despiertan imágenes disparatadas y surrealistas, nada sencillas de obtener solamente ejercitando la palabrota. El tema termina como un tango, él viéndola vieja y arruinada, habiendo desperdiciado su potencial sexual, o por lo menos no invirtiéndolo en el narrador. Tal vez eso sea lo que moleste y dé risa a la vez, la obsesión y la frustración.
/Esta canción está inspirada en la recalcada concha de tu novia/, así empieza el próximo tema, Averiguá si cojo mucho. De la letra se puede rescatar, por ejemplo: “Cuando cojo no miento/ cuando cojo ya no pienso/ cuando cojo no pregunto quién soy/”, y ahí la risa se transforma en un parar la oreja para empezar a escuchar el poeta que hay en Zambayonny. Se empieza a entender que por suerte no está a la altura de los insultos a la nada, gratuitos y aniñados, y que en otro lugar hay una experiencia más valiosa, que pueda ser nombrada con una palabra que suena solemne, pero sí, digámosla: hay un artista.
No es solamente un tipo que putea, sino un letrista que incluye en sus canciones las más complicadamente básicas, cochinas y escatológicas de las formas del lenguaje. E inclusive, en el transcurrir del disco, se comprende también que hay una búsqueda en el imaginario sexual popular de las formas más rebuscadas e insólitas para nombrar el pene (no sólo “poronga”, “corneta”, o la graciosa “chota”, sino “la tira”, por ejemplo), la vagina (que, entre nosotros, no figura en el diccionario del procesador de textos Word) y el acto sexual.
Zamba, como se lo apoda, se atreve a lo que no se atrevió Pablo Granados con su incursión musical, su Bombacha veloz y demás, o a lo que en algunas letras picarescas insinuaba y hacía interruptus, Hugo Varela. No resguarda el límite de lo que no se puede decir, y en eso da la ilusión del artista sin fronteras y auténtico. Más auténtico inclusive que el súper auténtico Willy Polvorón, que en la misma línea de comparación se torna naif.

El anti trova

El problema para algunos parece ser quién es Zambayonny, pero en realidad eso no importa, puede ser Doctor en física, o un espécimen salido de, y aquí podríamos tentarnos con alguno de sus insultos extra large. En el programa de televisión,Tv abierta, el personaje decía que era psicólogo, pero que dejó la profesión: “Porque estaba harto de que me pagaran con la chota”.
Él mismo nombra a Ismael Serrano, y en algunos juegos de sus letras está Joaquín Sabina. Es un hombre joven, de barba, y pelo largo, tiene una voz que hace acordar a folcloristas como Cafrune, y un aire y una escena parecida a la de Facundo Cabral en una mixtura con Rodolfo Zapata. Toca la guitarra de una manera básica sin lucimientos, solamente para lograr un colchón melódico para una voz que tampoco busca entonación. ¿Por qué entonces hace pensar en un género como la trova?
Zambayonny es un cantor de protesta, una especie de vengador del esfuerzo masculino por conseguir partenaire sexual, eso está claro. /Cuando cojo ya no soy/ el boludo que anda dando vueltas solo/ bien peinado y vestidito/ persiguiendo un jamón”, dice en el último tema mencionado. Esa heroicidad casi revolucionaria, más la picaresca de la jerga, le permiten acceder a un nuevo tipo de modalidad de show, o renovar algo que en otros momentos fue el Café concert. No sorprendería que Zambayonny sea tentado por el ambiente revisteril, pero por hoy se atrinchera ganando espacio en un formato que bien podría ser un stand up musical.
El tercer tema del disco, El campeón de las boludas, comienza con un típico comienzo serratiano de los 70, “parapapeando”, es el trovador que anuncia que comenzará a decir cosas importantes y floridas en su elocución, para descargarse luego con: ”En moto/ en cuero/ rápido y en pedo/ a contramano, descalzo/ gritando, sin casco/ las pibas lo saludan/ es el campeón de las boludas.”
El cuarto tema creo que es el punto de inflexión. Se llama Tres cosas en la vida, y menciona tríos de palabras que designan diferentes perfiles de personas, para en el estribillo existencialista invitarnos a elegir entre las diferentes cosas con las que el mundo nos invita: “Poder, angustia y torta frita/ putas, reviente y soledad/ mierda, dinero y tocesita/ fama, poronga y cha cha cha/... tenés que elegir mi amor/ todo no se puede tener...”. Es el Zambayonny no trovador, que trasciende la frustración sexual, y con eso se acerca a la canción pop. De hecho, Andrés Calamaro lo mencionó elogiosamente en su blog, y no es para menos, el histórico haría dos discos con tres canciones de Zambayonny. Igualmente, las letras de Zamba, están lejos de convertirse en radiales, son largas y suculentas, y aunque con estribillos, las estrofas no suelen repetirse.
El punto más alto del trabajo musical de Zambayonny, está en Yo los considero mis hermanos, Amoxapina por joder, y en Mi amor están hablando mal de mí. En este último, el narrador intenta reflexionar con su pareja acerca de las críticas que recibe. En otra canción también se para en la vereda opuesta de lo que nombra como “arte conceptual”. Alguien tan extravagante como Zamba, quien tocara en vivo con una máscara de catch y con un distorsionador de voz, quien incorpora lo explícito haciéndolo convivir con lo metafórico, no puede necesariamente reivindicarse como algo diferente a lo conceptual, y así, mostrarse en bolas y enjabonado frente a sus detractores.



3 comentarios:

Valeria Gascón dijo...

De un tiempo a esta parte Zambayonny se ha convertido en el mejor letrista del rock nacional, a pesar de él mismo.
Y creo que todavía no vimos nada.

Otra lluvia dijo...

Ya mismo, un documental sobre Zambayonny

María Fernanda dijo...

Formidable semblanza de este humorista con banda sonora incluída. Abrazo